Amigos y familiares, testigos, Lola y Manolo:
Permitidme daos la bienvenida en el día de hoy y disculpadme por que mis primeras palabras no serán para vosotros, sino a los rezagados que quedarán en la puerta, a “losnocabemosquelaiglesiaestallena”, todo junto, como diría vuestro nuevo vecino; que se apresuren, que lo verdaderamente importante del día de hoy va a pasar ahora mismo, dentro de este majestuoso edificio y el único que puede faltar, por imponderables, es un gato. Que lo de después es una celebración, que incluso podríamos dejar para otro día; pues a partir de ahora, cada día después de esta “horita corta”, tendremos motivo de celebración siempre que Manolo y Lola quieran seguir compartiendo su alegría con nosotros.
Y ahora sí:
Queridos amigos: Hoy podrá evocar mil recuerdos personales que pocos de vosotros entenderíais, por ello prefiero traer una pregunta: ¿qué os ha traído aquí? Esto seguro que os traerá a cada uno vuestra propia historia, vuestros recuerdos. Emociones que yo no podré expresar con mis palabras y que desembocan en otra cuestión que aún sin conocer la respuesta debe llenarnos a todos de felicidad: ¿por qué Lola y Manolo se han acordado de mí?
Manolo, Lola:
No voy a detallaos y enumerar vuestras virtudes, pues he de ser más breve aún que vuestras faltas. No me hace falta calificaros pues vosotros mismos lo hacéis. Vuestra mejor carta de presentación son todas aquéllas personas que han querido acompañaos hoy.
No es día de palabras, es día de sentimientos.
No puedo explayarme más aún y querría expresaros mil cosas. Ya habrá ocasiones si Dios quiere.
Por eso hoy, discúlpame Lola; Manolo, lo mejor que puedo ofrecerte no esta escrito; es un batido. De helado, por supuesto. De Rayas o de Ochoa. Ponle los Savoys que quieras y deja que se empapen tanto como fuerte querría abrazarte ahora mismo.
No te apures si no hay más campitos, azoteas y espadañas, ya encontraremos otro sitio mejor, porque a estas alturas ya sabrás que lo importante no es el dónde, y déjame, ahora si, a los dos, que os transmita el orgullo y la felicidad de sentirme amigo vuestro; la admiración, por dos personas jóvenes, valientes y sacrificadas que saben lo que quieren y que se quieren; y si por un instante tiene cabida en esta casa, la envidia, la que llaman “buena”, porque sin perder vuestra identidad habéis sabido conformar una pareja como pocas, con el futuro al alcance de vuestras manos, tan cerca que ya hoy vemos todos como lo estáis tocando.
Lola, para finalizar te traigo un regalo en forma de soneto:
Trémulo pábilo que encendido y orgulloso,
Yergue ante Eolo y acepta aqueste envite,
Pareciera que al vivir le va un ardite
Si no se supiera de un principio victorioso
Con pecho descubierto a la batalla,
Cual corcel que cabalga ebrio de bríos
“Soledá”, “Madrugá”, “Amargura” y frío
Caerán a su paso por doquier que vaya.
Locura no es, pues de esta suerte,
Llegará el aciago día en que perezca
Más perecer no será ya sinónimo de muerte
Por ello hoy justo es ofrecer a Quién se debe
Carne descubierta, alma encendida.
Contrato por amor; que Dios lo selle.
Sevilla, a 23 de Octubre de 2.010.
Ahí queda eso...
ResponderEliminarCuanto más lo leo, más me gusta. Enhorabuena al autor...
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