sábado, 6 de octubre de 2012

Cambian maullidos por pío-píos

Hola, soy Eu. Eugenio.

A la vista de que mi escribano os tiene desatendidos, salgo a dar la cara. Él ya anunció que en los próximos meses viviréis en carestía de entradas en el blog. Afirma que hacia mayo debería ser capaz de encontrar algo más de tiempo para mí y, por ende, para vosotros. Si él lo dice...
Lástima porque últimamente tenemos unas conversaciones de lo más interesantes, que me consta también tiene con sus amigotes, y merecería la pena dejarlas aquí por escrito.

He encontrado un mal menor. Permitidme filtraros que se creó una cuenta en Twitter y desde allí dejamos gotas en la línea Eugenio-y-Yo. No es lo mismo, ni parecido, unos mensajes tipo sms a la verbosidad de este nuestro rincón. Tampoco lo pretende ser; pero, como decía, es un mal menor.

Seguidle en @manuelgrelano. Además desde ahí sabréis cualquier novedad que pueda haber en el blog.

Señores, un saludo.

martes, 7 de agosto de 2012

El Curso de Eugenio

Nos encontramos a medio camino entre el final del curso 2011-12 y comienzo del siguiente. El que acaba ha sido de lejos el período menos prolífico en la versión digital de los esputos de Eugenio, con apenas una docena de entradas frente a las más de 40 en cada uno de los dos años anteriores. Eu conviene conmigo en que la situación requiere explicaciones, así como una mención a lo que en condiciones normales debió ser entrada y no lo fue.

La alteración de esas condiciones normales se llama máster -algunos familiares y amigos lo llaman curso, mientras que los entendidos en la materia lo llaman EMBA, y nada menos que del IESE-. Para Eugenio, se trata de todo un reto. 2 años de profundo aprendizaje en las diferentes áreas que componen la empresa. Unos compañeros, muchos ya amigos, admirados de los que aprender, unos profesores extraordinarios y un duro día a día llevadero por el continuo e incondicional apoyo de DermaEugenia. Cuando para decidir se valora, se analiza, se pregunta a voces autorizadas y se actúa en consecuencia, de forma madura, con compromiso como familia,  no caben sorpresas a posteriori e incluso es difícil equivocarse. Ya van muchas decisiones así, y muchas más que han de venir.

Se han quedado en el tintero -más bien en el teclado, o keypad para aquellos que en vez de entrada dicen post, y otras pamplinas esnobistas similares- letras para la jubilación del referente de Eugenio en constancia, esfuerzo y buen hacer. Con la trampa de que una parte de esas cualidades le fueron otorgadas a Eu en su código genético, y el resto las vió todos y cada uno de los días que habitó la morada familiar, sin sitio para la pereza ni la vagancia.

También hubieron de quedarse sin líneas en el blog la llegada de Eugenillos a nuestras vidas, 2 humanos y otro más peludo, canino para más señas. Sin mención exclusiva quedaron emigraciones de buenos amigos al Nuevo Mundo, tanto al Norte como al Sur. Igualmente ignorada la ascendente etapa profesional del que se dice amo de Eugenio, apoyado por un equipo de Champions hambrientos por devorar países de, precisamente, ese Nuevo Mundo. Países visitados por primera vez, aunque desde entonces repetidamente, sin que aquí haya constancia alguna.

Ni las Fiestas Mayores de la capital del mundo en Primavera fueron exaltadas. Ni las grandes noticias nupciales del que alguna publicación de este rincón ha protagonizado, que por largamente esperadas no menos felicidad inundaron en el corazoncito de mi felino.

Finalmente, quizá también debíamos haber aburrido con algo de economía y sociedad en estos tiempos convulsos, ahora que a Eugenio se le supone más erudito.

El curso que en unas semanas comienza se presenta tan comprimido en tiempo como el que acaba. Se piden disculpas anticipadas por la previsible escasa producción de la factoría Eu. Y, como si de época navideña se tratara, nuestros mejores deseos a todos en vacaciones y el posterior arranque. Mucha fuerza y ánimo en la salud, trabajo y amoríos.

domingo, 27 de mayo de 2012

Cuidado con el parecido

A veces Eugenio ha bromeado, medio en serio medio en broma, sobre las llegadas al Aeropuerto de Sevilla y sus similitudes con Latinoamérica. Esa impresión de que nos parezcamos más al otro lado del charco que al otro lado de los Pirineos.

Este fin de semana el parecido se ha hecho más patente que nunca, tristemente. Cuando por la mañana en un hotel de Bogotá me dejan el periódico El Tiempo u O Globo en Brasil, una noticia no demasiado extraña suele ser la siguiente:



Pero esta vez en San Juan de Aznalfarache, provincia de Sevilla. Ojo, ojo.

domingo, 6 de mayo de 2012

El Reducto

Ha llovido mucho, y en momentos muy inapropiados, desde el último post. Tanto que hoy cuando reclamo tus más recientes reflexiones me las niegas con un Eugeniano desplante. Orgullo felino.

¿Qué te cuente yo algo? Pues mira Eu, te cuento que por miles de kilómetros que recorra resulta que el último reducto de cándida felicidad lo he encontrado…sí! En Sevilla! ¿dónde si no, verdad? Cómo somos…

En el veinteañero Parque del Alamillo hay una enorme área vallada de una superficie equivalente a, por lo menos por lo menos, uno o dos campos de fútbol. Es la zona de los perros sueltos*. Allí están los dueños con sus canes, muy felices todos, correteando por el césped entre los árboles, con columpios perrunos, familias enteras de las de camisa y de las de chándal, sin excrementos en el suelo, máxima la educación entre animales y humanos…una especie de Casa de la Pradera en el siglo XX. Fue gratamente sorprendente y esperanzador encontrar esta excepción a la regla. Aún quedan personas verdaderamente educadas en todas las clases sociales encontrando la felicidad alejados de lo material.


“¿Pero ahora entonces qué pasa, qué te gustan esos chuchos tontorrones a los que les tiras una pelota van corriendo detrás y te la traen de vuelta?” Es distinto. Tu elegante superioridad intelectual, Eu, es manifiesta, innegable y admirable. Sólo que llega un momento en el que, además de con sus cosas de siempre, uno disfruta viendo disfrutar a la Jefa y a Capi en ese ambiente idílico, o dónde y cómo sea. Y con eso basta, es así de sencillo. Todo tiene su timbre, todo tiene su nombre.



*Nota: se ruega no confundir “perros sueltos” con “La Suelta de Perras”, post preparado por Eugenio, bien conocido en sus círculos más cercanos, y a fecha de hoy objeto de censura por este escribano.

sábado, 17 de marzo de 2012

No hacer nada

Cada vez que Eugenio escucha en la radio el nuevo anuncio de la lotería se pone a vomitar bolas de pelo.

No lo hemos encontrado en la Red para poder compartirlo aquí. Básicamente invita a comprar lotería del Estado porque si te toca no volverás a hacer nada el resto de tu vida. Es muy graciosillo, además, porque el "nada" lo enlaza por la respuesta que dan las mujeres cuando se les pregunta qué les pasa.

Cuestioné a Eugenio si padece un síndrome Bibi que le provoca esos sonidos guturales que oigo de fondo. Como suele, me dejó por los suelos.

No va a entrar en sus clásicos discursitos porque, afortunadamente, está muy lejos del estado "idílico" que el Gobierno de España promete a través de sus Loterías y Apuestas. Sólo espera que sus sabios lectores sepan indignarse igual que él ante tamaña barbaridad.

Quedamos a la espera de próximas campañas publicitarias públicas de promoción de nuestro país. Por mera coherencia, aguardamos un lema tal que así: "España tiene un sueño: que sus ciudadanos se dediquen a no hacer nada. Más del 20% ya lo han conseguido."

martes, 6 de marzo de 2012

Copipasteo

Eu, en tan pocas condiciones hemos estado para deleitar con tus sabidurías que el otro día sufrimos un cortocircuito mental por el que nos equivocamos metiendo el PIN en la blackberry. Hasta tres veces. Y tuvimos que buscar el famoso PUK que, por supuesto, no sabíamos dónde encontrarlo. Pero lo importante no es saber dónde conseguirlo, sino quién puede conseguirlo. En menos de una hora estaba el problema resuelto.

Bajo tales circunstancias, nos vemos impedidos de generar tus habituales textos primaverales, que llegarán. Para ilustrar lo que últimamente cocemos vamos con el copia-pega de un artículo que leí el fin de semana pasado en el AVE. Gustó mucho a Eugenio la ironía y el realismo. Mito al descubierto. Tanta tontería de reunirse por reunirse, de engañarse creyendo que así se cumplen las obligaciones y que es la forma más moderna de trabajar. Anda ya, home. De toda la vida, al cerebro se le activa peleándose a solas con los problemas. Y, ya después sí, si aplica, una reunión puntual, rápida y enfocada.

La amiga Lucy Kellaway (amiga, Eu? si sólo has leido un artículo suyo!) va más lejos: tanta reunión te deja tonto. Ahí va el artículo completo en inglés que bien merece la pena leer, es muy gracioso. Primeras letras fuera del castellano que aparecen en el blog. Eugenio también tiene una responsabilidad social corporativa: si estás leyendo este blog no estarás haciendo el ganso en una manifestación (vulgo manifa).


Meetings of minds are effectively a tool for dulling them

The other day I went out to lunch with a businessman whom I rather admire. A fly on the wall might have deemed the occasion a success: the conversational ball was batted back and forth easily enough. Yet for me, it wasn’t so good. The problem wasn’t my host, who was clever and charming. Instead it was me: I chewed my way through three courses feeling a dullard.

It turns out that there is a scientific basis for what was happening inside my head. It’s not just that I felt a dullard; I actually became one. Indeed, had I been given an IQ test while munching my halibut, the score would have been considerably lower than it would have been earlier that morning.

This insight comes from researchers at the Virginia Tech Carilion Research Institute, who have proved that we are less intelligent in groups than on our own. When we are with others who we think are cleverer than us, we respond by becoming even more stupid than we are normally.The researchers got 70 students together and tested their IQs (all of which were quite high, as it happens) in normal fashion. Then they put them in small groups and gave them another test, telling them between each question how they were faring relative to others in the group. They found that all the students’ scores were lower in the group test than in the individual one, but the IQs of the poorer performers were sharply lower. Those whose IQs fell the most were mainly – surprise, surprise – female.

As an aside, this doesn’t bode terribly well for the new women joining company boards. They already have the cards stacked against them by being less experienced and less well qualified than most of their male colleagues – and now it seems that their IQs are likely to plummet on entering the meeting room.

Still, the more cheering point is what the research proves about meetings in general. Businesspeople have long joked that meetings make them brain-dead, so it is nice to find a group of scientists in white coats telling us that it is actually so. What I would now like is for them to do further research to put more nails in the meetings coffin.

In particular it would be nice if someone could prove something else which has long seemed obvious to me: that boredom reduces IQ. My own personal experiments on this seem entirely conclusive: at the end of a very long and boring meeting I am so stupid that I am good for nothing. Even a game of Paper Toss on my iPad seems a bit intellectually demanding.

Alas, I can’t find anything much online to prove this thesis, although I did find reference to a study showing that bored dogs spend a lot of time chewing their cages or themselves. This seems a pretty stupid thing to do, even for a dog.

Also useful would be to find out whether looking at PowerPoint slides reduces IQ. Again, personal experience shows it most definitely does but it would be helpful to have the data to prove it.

In fact the only decent academic study that I can find on how conditions at meetings can diminish brain power is a somewhat unexpected one. It is a paper that was given one of last year’s Ig Nobel Prizes (handed out for research “that makes people laugh – then think”). Its title: The effect of acute increase in urge to void on cognitive function in healthy adults. Or, to put it more urgently, how the need to pee affects our brains.

The upshot seems to be that if you are sitting (as one so often is in a very long meeting) with legs tightly crossed, praying for the next “comfort break”, then the speed at which you process information slows to a crawl.

Whether from needing to pee, from being bored, from PowerPoint or from being put off by others, meetings mess with our minds. There is only one answer, and it is a starkly obvious one: companies should stop their long love affair with teamwork and endless meetings and force people to spend more time working alone instead.

I remember once swapping jobs for a day with a woman who worked in the human resources department of Microsoft. I couldn’t believe the jargon at her place; she couldn’t believe the productivity at mine. I explained that there is a reason that journalists get a lot done. If you have a newspaper to produce every night, you have little time for meetings and must instead opt for an old-fashioned but copper-bottomed way of getting things done: sitting alone at your desk, getting your head down and cracking on with it.

domingo, 5 de febrero de 2012

Emes de Sevilla

Un fin de semana complicado desde el punto de vista gastrointestinal, unido a los hábitos del nuevo miembro de la familia me han llevado a reparar en algo. Sevilla es una ciudad de emes. Sí, de emes. Esa cosa maloliente que los cursis llaman "eme" porque la palabra real es de mal gusto. Eugenio no es cursi, pero sí fino y elegante.

Tanto es así que, como cualquier otro minino, nació educado en las buenas maneras. Sabe dónde tiene que hacer sus cositas -otra cursilería- desde el primer día. Sin embargo, a la raza intelectualmente inferior al gato, aunque conocida como "mejor amigo del hombre", hay que ir recogiéndole sus "caquitas" de la acera con la mano. Por muy a través de un plástico que sea. Me está costando acostumbrarme. Ya lo sé, Eu, ya lo sé, me lo advertiste.

Y, claro, ahora me fijo en algunos detalles. ¿Cómo una ciudad que vive del turismo puede permitirse la porquería que generan los coches de caballos? ¿Por qué no se obliga a que lleven las bolsas traseras que en cualquier ciudad civilizada es condición indispensable? Yo asumo la responsabilidad de recoger los regalitos de mi Capi mientras mi calle puede estar impunemente regada de soberbias cagadas de caballos. Amén de la peste inmunda de las zonas donde se agolpan los coches de paseo, véase debajo mismo de la Giralda. Aquí eso daiguá. Al menos perfuman el establecimiento homónimo, Eme de Mentira.

Y ya puestos a plantar pinos, sigamos plantando, que sean de 178 metros:


Daiguá incluso lo que diga una tal Unesco. Daiguá que con la crisis esto sea algo así como una obscenidad. Daiguá que el pino lo paguemos tú y yo. Daiguátó. El único sentido que le ve Eugenio es que la zona sea una especie de cajetín de arena donde defecar, ya que justo al lado del actualmente defecado quedó este truño depositado 20 años antes:


También vinculado, por cierto, a la gestora bananera de nuestra Comunidad.

Con todo esto Eugenio no puede más que entender y aplaudir que su buen amigo Vozme, arquitecto, huya en busca de un presente y un futuro mejor en otro rincón del mundo. Mucha suerte compañero. O como solía responder Eugenio cuando era estudiante y le deseaban suerte: "suerte no, justicia".

martes, 3 de enero de 2012

El cuaderno de Eugenio

A Eugenio no pocas veces lo tachan de antiguo. A él, evidentemente, le da bastante igual. Yo puedo llegar a entenderlo, ya me dirán ustedes cuántos gatos conocen que tengan su propio blog. Las nuevas tecnologías las usa mi gatito para lo que sirven: para facilitar la vida y abrir puertas que a papel y boli no pueden abrirse, porque muchas de ellas ni siquiera existirían. No obstante, está alejado del atontamiento generalizado de uso indiscriminado de tecnología que conlleva una flagrante reducción de la eficiencia, a pesar de lo muy aceptado que está por nuestra sociedad, amante de la justificación y la complacencia.

Me ha salido pragmático el minino. De ahí que siga creyendo imprescindible un cuaderno para tomar notas en sus reuniones, entre otros cotidianos usos. La elegancia del felino exige un cuaderno un pelín más sofisticado que una básica libreta, la imagen hay que cuidarla.

Así que ayer entramos en una céntrica papelería en busca del cuaderno en cuestión, y un cacharro de estos para hacer agujeros que me hacía falta a mí:



Con facilidad encontramos ambos objetos. Sin embargo, nuestra primera sorpresa fue comprobar que el cuaderno de tapas negras con hojas tipo folio, sin cuadrículas, tiene nombre: moleskine. Qué bonito.





Cuando pagamos, segunda sorpresa. 25 euros por los dos productos. 25!! No nos habíamos parado a fijarnos cuánto costaba la libreta y el cacharro porque, la verdad, creíamos que con un billete arrugado de 5 euros y un par de monedas sería suficiente. Tuvimos que sacar la tarjeta.

Llegamos a casa. Abrimos la libretita, perdón, perdón, moleskine. Oh sorpresa. Trae instrucciones!! Unas instrucciones en formato desplegable del tipo calculadora Casio, en inglés, alemán, francés, español, italiano, japonés…¿para descubrir quizás todo el potencial de un cuaderno negro?





No, es peor aún. Eugenio, el que huye de los anglicismos de moda como sustitutivos absurdos de términos en castellano, de las palabras vacías, de la cosmética general sin alma detrás…pues toma:



“Cultura, imaginación, memoria, viaje e identidad personal” (…) “El cuaderno moleskine es el heredero del legendario cuaderno que utilizaron artistas e intelectuales de los dos últimos siglos, como Vicent Van Gogh, Pablo Picasso, Ernest Hemingway o Bruce Chatwin…” ¿Se puede ser más ridículo?

Eugenio replica que encima del dinero que se ha gastado, el cuaderno no le sirve para nada. Las páginas no se abren lo suficiente para poder escribir cómodamente y, lo que es más grave, las hojas son tan finas que no soportan la vigorosidad de la presión con la Eugenio escribe a bolígrafo.

Por cierto, Feliz Año. Que si quieren, Eu les pone ahora una parrafada de buenos deseos, típicos, tópicos, de moda, trending. Vacíos. Pues no. Les desea lo mejor, igual que un 3 de abril o un 12 de noviembre. Y a sus familias también, claro. Cómo no.

Sí, Eu, sí, eres un tío duro. Pero ayer me reconociste que cada vez te gusta más la Navidad, tontorrón…