A Eugenio no pocas veces lo tachan de antiguo. A él, evidentemente, le da bastante igual. Yo puedo llegar a entenderlo, ya me dirán ustedes cuántos gatos conocen que tengan su propio blog. Las nuevas tecnologías las usa mi gatito para lo que sirven: para facilitar la vida y abrir puertas que a papel y boli no pueden abrirse, porque muchas de ellas ni siquiera existirían. No obstante, está alejado del atontamiento generalizado de uso indiscriminado de tecnología que conlleva una flagrante reducción de la eficiencia, a pesar de lo muy aceptado que está por nuestra sociedad, amante de la justificación y la complacencia.
Me ha salido pragmático el minino. De ahí que siga creyendo imprescindible un cuaderno para tomar notas en sus reuniones, entre otros cotidianos usos. La elegancia del felino exige un cuaderno un pelín más sofisticado que una básica libreta, la imagen hay que cuidarla.
Así que ayer entramos en una céntrica papelería en busca del cuaderno en cuestión, y un cacharro de estos para hacer agujeros que me hacía falta a mí:
Con facilidad encontramos ambos objetos. Sin embargo, nuestra primera sorpresa fue comprobar que el cuaderno de tapas negras con hojas tipo folio, sin cuadrículas, tiene nombre: moleskine. Qué bonito.
Cuando pagamos, segunda sorpresa. 25 euros por los dos productos. 25!! No nos habíamos parado a fijarnos cuánto costaba la libreta y el cacharro porque, la verdad, creíamos que con un billete arrugado de 5 euros y un par de monedas sería suficiente. Tuvimos que sacar la tarjeta.
Llegamos a casa. Abrimos la libretita, perdón, perdón, moleskine. Oh sorpresa. Trae instrucciones!! Unas instrucciones en formato desplegable del tipo calculadora Casio, en inglés, alemán, francés, español, italiano, japonés…¿para descubrir quizás todo el potencial de un cuaderno negro?
No, es peor aún. Eugenio, el que huye de los anglicismos de moda como sustitutivos absurdos de términos en castellano, de las palabras vacías, de la cosmética general sin alma detrás…pues toma:
“Cultura, imaginación, memoria, viaje e identidad personal” (…) “El cuaderno moleskine es el heredero del legendario cuaderno que utilizaron artistas e intelectuales de los dos últimos siglos, como Vicent Van Gogh, Pablo Picasso, Ernest Hemingway o Bruce Chatwin…” ¿Se puede ser más ridículo?
Eugenio replica que encima del dinero que se ha gastado, el cuaderno no le sirve para nada. Las páginas no se abren lo suficiente para poder escribir cómodamente y, lo que es más grave, las hojas son tan finas que no soportan la vigorosidad de la presión con la Eugenio escribe a bolígrafo.
Por cierto, Feliz Año. Que si quieren, Eu les pone ahora una parrafada de buenos deseos, típicos, tópicos, de moda, trending. Vacíos. Pues no. Les desea lo mejor, igual que un 3 de abril o un 12 de noviembre. Y a sus familias también, claro. Cómo no.
Sí, Eu, sí, eres un tío duro. Pero ayer me reconociste que cada vez te gusta más la Navidad, tontorrón…
Me ha salido pragmático el minino. De ahí que siga creyendo imprescindible un cuaderno para tomar notas en sus reuniones, entre otros cotidianos usos. La elegancia del felino exige un cuaderno un pelín más sofisticado que una básica libreta, la imagen hay que cuidarla.
Así que ayer entramos en una céntrica papelería en busca del cuaderno en cuestión, y un cacharro de estos para hacer agujeros que me hacía falta a mí:
Con facilidad encontramos ambos objetos. Sin embargo, nuestra primera sorpresa fue comprobar que el cuaderno de tapas negras con hojas tipo folio, sin cuadrículas, tiene nombre: moleskine. Qué bonito.
Cuando pagamos, segunda sorpresa. 25 euros por los dos productos. 25!! No nos habíamos parado a fijarnos cuánto costaba la libreta y el cacharro porque, la verdad, creíamos que con un billete arrugado de 5 euros y un par de monedas sería suficiente. Tuvimos que sacar la tarjeta.
Llegamos a casa. Abrimos la libretita, perdón, perdón, moleskine. Oh sorpresa. Trae instrucciones!! Unas instrucciones en formato desplegable del tipo calculadora Casio, en inglés, alemán, francés, español, italiano, japonés…¿para descubrir quizás todo el potencial de un cuaderno negro?
No, es peor aún. Eugenio, el que huye de los anglicismos de moda como sustitutivos absurdos de términos en castellano, de las palabras vacías, de la cosmética general sin alma detrás…pues toma:
“Cultura, imaginación, memoria, viaje e identidad personal” (…) “El cuaderno moleskine es el heredero del legendario cuaderno que utilizaron artistas e intelectuales de los dos últimos siglos, como Vicent Van Gogh, Pablo Picasso, Ernest Hemingway o Bruce Chatwin…” ¿Se puede ser más ridículo?
Eugenio replica que encima del dinero que se ha gastado, el cuaderno no le sirve para nada. Las páginas no se abren lo suficiente para poder escribir cómodamente y, lo que es más grave, las hojas son tan finas que no soportan la vigorosidad de la presión con la Eugenio escribe a bolígrafo.
Por cierto, Feliz Año. Que si quieren, Eu les pone ahora una parrafada de buenos deseos, típicos, tópicos, de moda, trending. Vacíos. Pues no. Les desea lo mejor, igual que un 3 de abril o un 12 de noviembre. Y a sus familias también, claro. Cómo no.
Sí, Eu, sí, eres un tío duro. Pero ayer me reconociste que cada vez te gusta más la Navidad, tontorrón…
Feliz Año, minino!!
ResponderEliminarAh, y lo del moleskine lo tienes bien empleado, por pijóptero. Tú, que siempre has vagabundeado a cierta mesa por una libreta de aquesta tu empresa... ainsh...