sábado, 27 de marzo de 2010

Ausentes (y II) - La túnica colgada

Con bañador en Copacabana. Al otro lado del Océano, los nazarenitos de túnica blanca corretean desesperados por dentro del Salvador. El pastor de las pequeñas ovejas ilusionadas no está este año. La túnica se queda colgada.

La disciplina en las filas del Amor se resentirá. Alguno podrá por fin sentarse en el suelo de la Iglesia al terminar la estación de penitencia. Suco de mango a miles de km mientras tanto, esta vez con regusto amargo. Cuando acabe el Domingo de Ramos y la familia regrese a casa orgullosa de haberlo conseguido de nuevo, la túnica seguirá colgada. Como todos los años, habrán conseguido pasear con la mayor de las elegancias a su Hermandad por Sevilla; pero esa túnica estará allí, planchada, sin una sola gota de cera, sin las espaldas gastadas como resultado de la entrega y generosidad altruistamente regaladas.

El Lunes no podré creerme aquello de "Sí, sí, Manué, ya estoy saliendo de mi casa. Estoy yendo payá". No podré vaticinar y acertar lo que dirá al llegar, dos horas después, imitándolo para jolgorio de todos, de él el primero. La deliciosa arcaica merienda del Martes en Muñoz y Pabón no contará con sus devoradores habituales. Tampoco podrá intentar colárnosla diciendo que va a por un "chalequito", para después no volver a aparecer.

No te preocupes carioca, esto lo hay todos los años. Tú disfruta y cuenta con nuestra envidia, más de uno cambiaría a ciegas los castellanos por las havainas.

sábado, 20 de marzo de 2010

Ausentes (I) - Batido de Espadañas

Cuando su Madre esté saliendo a medianoche para devolver la visita a sus hijos, él estará sobrevolando el Atlántico. Habrá hecho la mitad del camino, la otra mitad será arrebatada por una obligación privilegiada.

Llevará la ilusión a niños y mayores anunciando la llegada de la Borriquita. Encabezará el cortejo de seriedad y Amor. Recibirá, recién comido, al Polígono en su barrio, "qué me gusta el Polígono, Manué". Nos iremos al mío a oler a azahar para que el Cautivo lo sea menos. No sabremos dónde cumplir la obligación de estar con Santa Marta.

Lo llamaré para asarnos viendo salir los Estudiantes; "vale, pero este año veremos entrar San Esteban, ¿verdad?". Querrá encontrarse varias veces con el tremendo Misterio donde va su avatar en forma de Pilato. Nos endulzará la espera de la Candelaria. El Miércoles ya estará nervioso, dirá innumerables veces que es su último día y que no tiene preparado nada; el Cristo del Buen fin lo serenará. Madre de Dios de la Palma, ya cansada y con los sones de La Madrugá, le bendecirá el viaje en San Pedro.

Haremos más esos días, mucho más. Lo que no podré será cruzarme una mirada con él la noche de penitencia. Ni sentarnos juntos a recibir el Viernes en San Francisco. Montserrat no se lo encontrará en Castelar, ni tampoco en Molviedro. La Mortaja no se llevará clavados sus ojos mientras camina de vuelta, parsimonioso Funeral, perdiéndose entre los naranjos de Doña María Coronel.

Pero una de sus mejores virtudes es saber disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Primera medianoche de la primavera, azotea de una casa de la Alfalfa, batido de Rayas, 360º de vistas con una docena de espadañas rodeándonos. Batido de espadañas.

sábado, 13 de marzo de 2010

Una tarde de Cuaresma

Me preguntaba el otro día Eugenio cómo es eso de la Cuaresma, ese tiempo al que el ABC le dedica 4 páginas diarias. Justo le había constestado yo un email a un admirado amigo contándole qué había hecho la tarde anterior. Una tarde de Cuaresma.

Como cada uno tiene sus vivencias -palabro muy capillítico-, aquí va una mía; reproduzco literalmente el email para que Eugenio, y a quien más le interese, se entretenga:

Muy buenos días señores,

Qué bien sienta este artículo
-me refería a uno de Paco Robles- en una mañana de Cuaresma, justo después de zamparme un mollete de pringá monumental. Viernes de Cuaresma y mollete de pringá, paradoja. Que me perdone la señora vigilia.

Ayer fui a por mi papeleta de sitio; el primer día de reparto, como todos los años. Empezaba a las 6, allí estaba yo a las 5. Entre que la gente es mu agonía, hay mucho paro y había alguna que otra mujer deseando estrenar túnica, me dieron el número 45.

A las 6 de la tarde se asoma a la puerta un ransio miembro de la Junta e informa que el servidor, informático, está averiado. Hay un técnico trabajando en ello y espera tenerlo arreglado antes de las 7. El escaso nivel cultural de mis hermanos arrojaba los más típicos comentarios catetos acerca de ordenadores y nuevas tecnologías. Dos horas escuchando de fondo fantasmas y sus historietitas sobre estaciones de penitencia anteriores, lo maravilloso que es el AVE, que a otro no le gusta Madrid y al de la moto que Montezeirín es un beserro.

Sale de nuevo el de la chaquetita ceñida y la corbata incalificable. No nos puede garantizar que el problema se vaya a solucionar hoy -por ayer-. Nos pide disculpas y ofrece, al que quiera, acceso prioritario para otro día de reparto o, como alternativa, dejar su nombre para que se le saque la papeleta y se pase a recogerla cuando pueda. Como la gran mayoría de los que allí estaban necesita algo que hacer por las tardes, me vi prácticamente solo dejando mi nombre para no tener que volver otro día a perder el tiempo.


El email acababa con su correspondiente cariñosa despedida, que a nadie más que al tándem visueño interesa. Lo que sí que resulta interesante es ir a tomar una copa al Garlochi, sito en la calle Boteros. Un buen día me llevó mi compadre carioca con una incóginta: "Manue, te voy a llevar a un sitio que no sé si te va a indignar o te va a encantar". Me encantó.

He estado buscando fotos y vídeos para ponéroslos aquí; pero ninguno hace justicia a lo que realmente uno se encuentra al entrar en el local. Calle Boteros 26, entre la Plaza de San Pedro y la Alfalfa. A nadie deja indiferente.

sábado, 6 de marzo de 2010

Esclavos de la granja

Tenemos nuevo fenómeno social, pronto tendremos su correspondiente patología derivada de la adicción.

En su día supimos por las noticias que había gente enganchada, hasta la enfermedad, a las líneas de tarot o eróticas. Después vinieron los enganchados a los SMS, y detrás los adictos a las redes sociales. Ahora, la adicción de moda es recolectar la cosecha y construir establos.

Facebook tiene reclutados millones de esclavos trabajando en el campo, virtualmente. Cuando vas a casa de un granjero no te hace caso porque está concentrado plantando calabacines. Si quieres salir a cenar, hay que cuadrarlo en horario porque el esclavo de farmville tiene que recolectar sus cultivos de vid, blanca o negra, a una determinada hora; de lo contrario, pierde la cosecha.

Las largas horas de fertilización y siembra las amenizan intercambiándose animalitos y huevos de oro entre ellos; hay un gran espíritu de cooperación en el gremio. Me acabo de enterar de que un amigo ha encontrado un toro solitario en su granja, oh no!

La duda que tengo es: ¿sabe algún granjero para qué señor feudal trabaja?