martes, 21 de julio de 2009

Cine? Ligerito, por favor.

Eugenio es muy agradecido. Por eso, el otro día me dijo que la siguiente entrada debía ser de especial interés para tres de las primeras seguidoras de su blog. En ese momento no caí en qué tema podría interesarles especialmente...y Eugenio me alumbró, como siempre. Orgulloso, se lavó los ojos con la pata derecha y se giró haciendo una rosca dispuesto a dormir hasta que le despierte algún ruido que venga de la cocina.

Muchos Sábados, algunos Viernes y, rara vez, días entre semana, voy al cine con al menos una de esas tres seguidoras. A veces alguna de las otras, o las dos, también vienen. Al volver a casa le doy las buenas noches a Eugenio, que está acostado en el respaldo de un sofá, encima de un armario o en la tarima del brasero, según la época del año. Aunque estuviera profundamente dormido, me pregunta de qué va la película que he visto.

Me lo pregunta porque no le molesto mucho tiempo; la variedad de respuestas es corta: comedia romática muy graciosa, comedia romántica mala pero graciosilla, comedia romántica horrorosa, peli de acción muy chula, peli de acción malísima. Alguno de los títulos son realmente vergonzosos. A modo de ejemplo, y como el último lo es sólo a medias, admitiré que la última película que vimos fue La Proposición.

Un día me preguntó por qué no habíamos ido a ver tal o cual película, que es un thriller complejísimo, un dramón o una de historia. Entonces le expliqué que las que le trajeron a mi casa son esas seguidoras. Así que él no conoce mi vida sin ellas. Y antes, sin ellas, el cine pintaba poco en mis planes. No es que no lo hubiera, pero era muy poco frecuente. Estaba en el cajón de las "mariconadas".

Esa era para Eugenio una respuesta a medias. Me miró fijamente a los ojos girando levemente la cabeza hacia un lado. No lo entendía. Me conoce y no le cuadraba que yo fuese a ver esa clase de películas.

La respuesta era sencilla, me sorprendió que Eugenio no lo hubiera deducido. Como le había dicho, antes el cine a mí me tiraba poco, mucho menos el tipo de películas que ahora veo. Pero un día lo probé con una de esas "peliculichas" y me di cuenta de que era un perfecto método de desconexión y relajación. Eugenio se quedó conforme. Ni una objeción. Es raro, pero así fue. Lo había comprendido perfectamente y compartía la opinión. Incluyendo el hecho de que algunas películas sean ridículas. Pero por eso no hay que preocuparse; me dijo que él también hace cosas ridículas que le relajan, como pasarse horas en la terraza persiguiendo pájaros con la mirada creyendo que puede cazarlos. Y, ojo, como algún comentario muy de su agrado dijo, él es "Eu-Genio".

Aunque él quedara conforme, en mi descargo debo decir que hay ciertos títulos por los que no trago y, por supuesto, no leo el tipo de libros a las que esas seguidoras son adictas...

1 comentario:

  1. "La criatura". Eugenio todavía no había nacido cuando la pusieron en Telencinco una noche como hoy,de verano, especialmente calurosa. Por eso, porque no había nacido, todavía podía estar en la que por entonces era mi casa, hoy SUYA. Pero puedo imaginarme su cara su hubiera visto a su compañero ante semejante película. Seguramente no lo hubiera superado. Yo estoy en ello, y de esto hace unos diez años.
    Eran las 23.00 cuando empezó una pelicula "ligerita". Sí, un bicho acuático que se escapa de un laboratorio y se comería a dos o tres. Perfecto, en una horita y poco a dormir relajadito. De bicho acuático, pasó a terrestre sobre las 00.30 y a partir de las 1.30 se convirtió en trepador y empezó a vomitar verde....Eran las 3.00 cuando aquel sufrimiento terminó, eso sí, menos mal que el Sr. Director de la película no tuvo "valor" (no puedo decir otra cosa) de hacer un plano de la criatura, ¿que aspecto podría tener un bicho come rubias nadador, corredor, trepador y, no me acuerdo, si volador también?
    Si por entonces hubiera reinado Eugenio, me hubiera mirado raro, provocado, bufado, asustado y finalmente echado de su casa, por lo que me hubiera ahorrado el trauma cinéfilo que todavía me persigue. No, si al final algún día le tendré que dar las gracias...

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