A un día de las elecciones parece que procediera hablar de política. Pero, en primer lugar, a Eugenio no le hace especial gracia esa temática. Y, en segundo, mi sabio felino cumple la ley. Hoy es jornada de reflexión. Tan noticia son aquellos que no la cumplen, como los que intencionadamente no la hacen cumplir. Después de visitar el centro de operaciones de los Indignados en Sevilla sito en Metrosol Parasol/Encarnación/Plaza Mayor/Setas (todavía no tenemos claro cómo se llama el invento) Eugenio y yo tenemos nuestra opinión formada. No obstante, nada va a salir de nuestras pezuñas más que la referencia al artículo de D. Antonio Burgos.
Vamos a algo más simplón. Saliéndonos de nuestras normas no escritas, excepcionalmente reproducimos el post de BetisyAlgodeFútbol en el que se mencionan a un par de mininos de este tejado. Dice así:
"Ha sido un ascenso raro. Por lo tranquilo de la temporada, salvo el consabido bache, y el rocambolesco desenlace final. Bendita rareza que nos ha mantenido exentos de taquicardias de última hora. Nos sabíamos en Primera desde hacía varias semanas merced al enorme colchón de puntos y el continuado descalabro del Celta. Con el Tenerife el miércoles quedo casi, casi hecho. Pero no hecho; siempre se necesita la archiconocida confirmación matemática.
Llegó en la tarde del domingo. Una radio transistor de las antiguas para seguir en directo un Alcorcón-Granada, con su antena telescópica desplegada. Tras la victoria local, recibo llamadas y mensajes con congratulaciones varias. Me hago el duro: “sí, bueno, ya llevamos en Primera varias semanas. Está bien, pero que no haya que celebrar nunca más un ascenso”. Mentira. Nadie me había visto metido en el cuarto de baño escuchando el agónico final del partido con el Granada volcado buscando el empate. A la finalización pusieron en Tiempo de Juego (el Carrusel de toda la vida) el himno del Betis y conectaron con el AVE que era un jolgorio. La lagrimita saltó. Ayy mi Beti…
Me lavo la cara y me dispongo a salir. Mi mujer (Dermaeugenia CM) sin apartar la mirada de su libro, ausente, sabe como nadie la tremenda alegría que me inunda. Voy a casa de un sevillista (Persa de San Pedro). No he dejado nada a la improvisación, todo estaba planeado. Por la mañana le pedí que me imprimiera las tarjetas de embarque del vuelo del lunes. Estaba seguro que tendría que felicitarme en su propia rojiblanca casa. Como señor que es, así lo hizo. Voy gordo de orgullo por la calle.
No soy asiduo de las celebraciones de final de temporada. El madrugón de la mañana siguiente hace que ni me plantee ir a Villamarin. Sigo el espectáculo por la quebrada Giralda TV. Típico show chorra aburrido visto con una sonrisa de oreja a oreja, explicando a mi paciente mujer quién es cada futbolista de la pantalla como si de conquistadores de América se tratara. Me quedo con Benat. Todos dijeron lo estándar, lo que se espera de un futbolista con un micrófono en la mano. Benat no. Ha hecho una campaña sobresaliente en su debut con el primer equipo, se lo ha echado a las espaldas, ha sido el manijero. Consumado el ascenso lo celebra etílicamente como cualquier joven. Naturalidad absoluta, lo que hubiéramos hecho cualquiera de nosotros. Le leía la mente cuando fue su turno y estaba ahí de pie como un pasmarote sin articular palabra: “mirad yo el año pasado jugaba en 2ªB, me he jartao de correr, de jugar como pelotero weno, contra el Cartagena, el Gerona, la Ponferradina…y hemos subido quedando 3 partidos. Somos unos monstruos. Soy un monstruo. Estoy tomando cubatas desde mediodía y llevo una papa como un mulo. Quillo Canita, habla tú. El de atrás, que me ponga otro gintonic”. Claro que si Benat! Qué crack!
Al día siguiente vuelo al país desde donde hoy regreso y escribo estas líneas (discúlpeseme las enhes de Espanha que no he podido incluir con el corrector ortográfico). Viaje largo, también planificado. El sábado me compre Menta y Nata, la primera novela histórica del Real Betis Balompié. La mayoría de las 11 horas del viaje transoceánico las pasé leyendo, ensimismado. Libro de culto para los béticos. Cuál es mi sorpresa cuando descubro que en el fondo se trata de un libro de amor. Claro, si es sobre el Betis. No podía ser otra cosa que un libro de amor. Comandante, a Primera."
Vamos a algo más simplón. Saliéndonos de nuestras normas no escritas, excepcionalmente reproducimos el post de BetisyAlgodeFútbol en el que se mencionan a un par de mininos de este tejado. Dice así:
"Ha sido un ascenso raro. Por lo tranquilo de la temporada, salvo el consabido bache, y el rocambolesco desenlace final. Bendita rareza que nos ha mantenido exentos de taquicardias de última hora. Nos sabíamos en Primera desde hacía varias semanas merced al enorme colchón de puntos y el continuado descalabro del Celta. Con el Tenerife el miércoles quedo casi, casi hecho. Pero no hecho; siempre se necesita la archiconocida confirmación matemática.
Llegó en la tarde del domingo. Una radio transistor de las antiguas para seguir en directo un Alcorcón-Granada, con su antena telescópica desplegada. Tras la victoria local, recibo llamadas y mensajes con congratulaciones varias. Me hago el duro: “sí, bueno, ya llevamos en Primera varias semanas. Está bien, pero que no haya que celebrar nunca más un ascenso”. Mentira. Nadie me había visto metido en el cuarto de baño escuchando el agónico final del partido con el Granada volcado buscando el empate. A la finalización pusieron en Tiempo de Juego (el Carrusel de toda la vida) el himno del Betis y conectaron con el AVE que era un jolgorio. La lagrimita saltó. Ayy mi Beti…
Me lavo la cara y me dispongo a salir. Mi mujer (Dermaeugenia CM) sin apartar la mirada de su libro, ausente, sabe como nadie la tremenda alegría que me inunda. Voy a casa de un sevillista (Persa de San Pedro). No he dejado nada a la improvisación, todo estaba planeado. Por la mañana le pedí que me imprimiera las tarjetas de embarque del vuelo del lunes. Estaba seguro que tendría que felicitarme en su propia rojiblanca casa. Como señor que es, así lo hizo. Voy gordo de orgullo por la calle.
No soy asiduo de las celebraciones de final de temporada. El madrugón de la mañana siguiente hace que ni me plantee ir a Villamarin. Sigo el espectáculo por la quebrada Giralda TV. Típico show chorra aburrido visto con una sonrisa de oreja a oreja, explicando a mi paciente mujer quién es cada futbolista de la pantalla como si de conquistadores de América se tratara. Me quedo con Benat. Todos dijeron lo estándar, lo que se espera de un futbolista con un micrófono en la mano. Benat no. Ha hecho una campaña sobresaliente en su debut con el primer equipo, se lo ha echado a las espaldas, ha sido el manijero. Consumado el ascenso lo celebra etílicamente como cualquier joven. Naturalidad absoluta, lo que hubiéramos hecho cualquiera de nosotros. Le leía la mente cuando fue su turno y estaba ahí de pie como un pasmarote sin articular palabra: “mirad yo el año pasado jugaba en 2ªB, me he jartao de correr, de jugar como pelotero weno, contra el Cartagena, el Gerona, la Ponferradina…y hemos subido quedando 3 partidos. Somos unos monstruos. Soy un monstruo. Estoy tomando cubatas desde mediodía y llevo una papa como un mulo. Quillo Canita, habla tú. El de atrás, que me ponga otro gintonic”. Claro que si Benat! Qué crack!
Al día siguiente vuelo al país desde donde hoy regreso y escribo estas líneas (discúlpeseme las enhes de Espanha que no he podido incluir con el corrector ortográfico). Viaje largo, también planificado. El sábado me compre Menta y Nata, la primera novela histórica del Real Betis Balompié. La mayoría de las 11 horas del viaje transoceánico las pasé leyendo, ensimismado. Libro de culto para los béticos. Cuál es mi sorpresa cuando descubro que en el fondo se trata de un libro de amor. Claro, si es sobre el Betis. No podía ser otra cosa que un libro de amor. Comandante, a Primera."
No hay comentarios:
Publicar un comentario