jueves, 31 de diciembre de 2009

Somos los mismos, envueltos en novela

No es de Eugenio, lo ha escuchado sonando de fondo. Se escapa este año por la ventana y otro ha llamado a la puerta, está esperando para entrar. Cuando hemos escuchado el timbre nos hemos puesto a preguntarnos los unos a los otros cuáles son nuestros propósitos para el año nuevo. Yo se lo he preguntado a Eugenio; me ha sugerido que piense qué ha cambiado desde este mismo día del año pasado hasta hoy.

Han cambiado cosas. Me corrige. Han evolucionado cosas. Poco a poco, día tras día. Pequeñas acciones, decisiones, algunas infinitesimales, han marcado una evolución que es perceptible en un año, pero no de un día a otro. No hay momentos cumbre. Todo es consecuencia de lo que conlleva y nos aportan cada una de esas mínimas acciones y decisiones de cada día. Hay excepciones, ciertas tragedias que mejor es no mentar.

Para ilustrármelo, me ha pedido que busque en la memoria un momento que en su día ansiara que llegara. No sé por qué, pero lo que me ha venido a la mente es la liberación que en su momento busqué sentir cuando hubiera acabado el último examen de Selectividad. Y lo que sentí. Nada. Probablemente es lo que el momento merecía, pero lo mismo ha ido ocurriendo en otras ocasiones. Hasta el punto de no esperar sentir nada especial en momentos "especiales", sino disfrutar de todo el camino. ¿Por qué disfrutar de 20 minutos cuando se puede disfrutar de 5 años? Evidentemente, me vienen a la mente instantes puntuales de disfrute, un paseo por los sentidos. Pero no es contradictorio.

Efectivamente Eugenio. Uno no disfruta un momento puntual que es la conclusión de un trayecto, disfruta del trayecto en sí. El placer de leer un libro o de ver una película no está en saber cómo acaba, sino en todo lo que pasa durante, página a página, escena a escena.

Un año de 365 días cargados de acciones minúsculas y gotas de azar que marcan hacia dónde vamos, dónde estaremos dentro de un año. Para trazar una estrategia influyen inconscientemente las vivencias de todas las tácticas probadas en estrategias anteriores. Minúsculas acciones a las que a todas hay que prestar la máxima atención. Escriben nuestra novela. "El tiempo pasa y no de largo, y hay quien no se entera que... somos los mismos, envueltos en novela".

miércoles, 23 de diciembre de 2009

La Feliz Navidad

Ya anda Eugenio nervioso con los preparativos de la cena de Nochebuena. Observa fijamente y se relame. Sus días grandes están por llegar. Los aguinaldos en forma de gambas, carne rellena o langostinos le darán sentido al año, e incluso a visitas que le suelen resultar molestas.

Desde que vio llegar las bolsas desbordantes de manjares, sabía que no iba a poder pensar en otra cosa. Así que ayer ya me hizo su reflexión semanal. Aunque más que reflexión es una duda que, como gato casero poco sociable, le surge.

La cuestión es que ve que de unos días a esta parte, y en adelante, se suceden los intercambios de parabienes, buenos deseos y un amplio repertorio de frases hechas entre nosotros, los humanos. Nos felicitamos las fiestas - para él lo son - desplegando unas muestras de afecto, aprecio y cariño al prójimo que, en general, no se corresponden con el trato y sentimientos que tenemos hacia él el resto del año.

¿Entonces qué? ¿Se nos ablanda el corazón en Navidades? ¿De repente nos volvemos unas excelentes personas durante un par de semanas? ¿somos más falsos que Judas (Iscariote, con propina)? ¿o somos animales de costumbres?

Eugenio es el mismo todo el año. Así que os desea a todos que paséis una Feliz Navidad y tengáis buena entrada del año. Igualmente, os desea que del 1 al 15 de Enero también todo os vaya muy bien, y así sucesivamente. Pero llevémonos bien, que nadie le robe la comida, le haga rabiar, ni le diga lo que tiene que hacer. El territorio, marcado. Su primo es el rey de la selva, algo lleva él en los genes.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Por fin se acabó la huelga

Sigue Eugenio parapetado en su mesa camilla, pasando adecuadamente resguardado la ola de frío siberiano y la borrasca de estos días. Hoy ha salido un rato más largo de lo habitual y se ha puesto a jugar. Estaba feliz, alegre, como con algo de alivio. Le he preguntado por qué y me dice que está radiante porque por fin se ha acabado la huelga de la mujer esa del Aeropuerto de Lanzarote.

No sabía yo que Eugenio se solidarizaba con la causa de la activista saharaui. Y no lo hace. Ni tampoco está en contra. Lo que estaba es harto de estar harto de ver cómo día tras día este asunto copaba todos los titulares. En las noticias se habla lo mismo de esta mujer que de Cristiano Ronaldo, me dice, así que fíjate si son pesados.

La enorme paliza que nos han dado con esta mujer ha sido insoportable. Encima, hemos tenido que aguantar a los subvencionados actores de siempre apoyándola con sus barbas, ropajes africanos y yate atracado en Puerto Banús. Para colmo, como borregos aburridos hay en todos sitios, una niña se ha solidarizado y ha hecho una huelga similar en Sevilla en la puerta del Ayuntamiento. Por supuesto será una saharaui de toda la vida, claro.

Pues nada, ya se ha acabado la huelga y se ha ido a su tierra. Estupendo, Eugenio que se alegra. Vaya usted con Dios, que se dice por aquí. Esperamos que si tiene a bien hacer una huelga de hambre otra vez, porque esta no era la primera, la haga en otro país. Y si la huelga la hace aquí de nuevo, que los comodones redactores de las noticias le den muchísima menos cancha, o ninguna, porque esto ha sido muy cansino y ya vemos cómo aprovechan los habituales para hacerse propaganda progre.

Por cierto, mucho habría que comentar de los disparates de esta semana por la ciudad. Pero para no aburrir al personal, deja Eugenio aquí abajo el enlace a un soberbio artículo del genial Paco Robles. Más vale reírse con estas cosas, porque lo que tenemos es para llorar desconsoladamente.


http://www.abcdesevilla.es/hemeroteca/historico-15-12-2009/sevilla/Opinion/gastatelo-en-putas_1132539421552.html