4 millones de parados. A los unos les ha crecido mientras gobiernan. A los otros se les llena la boca con la cifra y la utilizan como arma electoral. Así nos va.
Afortunadamente, Eugenio en su entorno no vive de primera mano esta tragedia. Afortunadamente, sólo en parte; el esfuerzo diario y la trayectoria también tienen mucho que ver. El motivo principal por el que el paro no lo conoce más que de oídas es que su entorno no está en los perfiles de más riesgo - aquellos sin estudios universitarios, sector de la construcción, especulación inmobiliaria...- Por eso, el otro día le sorprendió una anécdota que le conté al volver de viaje.
Le decía que tuve una reunión en la oficina de obra de una constructora en el Levante español. Mientras intercambiaba, al terminar la reunión, las últimas frases protocolarias con el jefe del proyecto en la entrada de la oficina, vi que aparcó un BMW, con matrícula de hace unos 4 o 5 años. Se bajó un hombre de treinta y tantos, vestido de sport y buen porte. Se acercó al jefe del macroproyecto educadamente. En ese momento hubiera apostado a que se trataba de un empleado suyo, que se disponía a darle algún reporte o consultarle algún asunto. Cuál fue mi sorpresa cuando le dijo: "Buenos días, ¿tenéis algún puesto de trabajo libre? Yo hago cualquier cosa, pero, vamos, que lo que se me da bien es soldar."
Después de que, muy cortés, el jefe del proyecto lo mandara a tomar viento fresco, el hombre se marchó por donde vino, cabizbajo. Realmente me dio mucha pena. Y también me vino a la cabeza una afirmación reciente de José María Carrascal -sí, aquel de las corbatas-: "En España nos creímos ricos sin serlo".
Para no terminar con este mal regusto, un toque de humor al paro con el mito Paco Gandía. Efectivamente, los mitos nunca mueren.
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