Hace unos días anunciaron que el Olímpico acogerá una beatificación, la de Madre María de la Purísima. Aunque sonara un poco extraño, tampoco sorprendía demasiado porque ya antes el estadio ha sido sede eventos religiosos multitudinarios, como el bautismo de nosecuantos mil testigos de Jehová. El bombazo llegó con el anuncio de que la Macarena presidirá el altar que se instalará para la ocasión en el recinto ¿deportivo?.
La Macarena en el Olímpico. Complicado de asimilar. ¿Y el trayecto Basílica-Estadio? Vamos a hacer Eugenio y yo el ejercicio de ponerlo en pie. En primer lugar hay que decidir si irá en andas o bajo palio. La noticia afirma que será en andas, pero mi felino no acaba de créerselo. Hombre, por favor, le darán una pensada unas semanas antes y ante la presión popular acabarán decidiendo que hay que montar el palio con todos sus avíos. Bien, entonces ya la tenemos esperando en su palio, como si fuera Jueves Santo.
Sobre las 6 de la mañana no cabrá un alfiler frente al arco. Al verla salir de su Basílica todos pensarán que están viviendo una Madrugá en pleno mes de Septiembre: revirá a la izquierda, avance seguro por Resolana...pero no se mete por Feria sino que enfila la Barqueta. Y allí que se planta a la misma entrada del puente, que no se ha visto en otra igual en su historia. Cruzará el río por la neocofrade pasarela y en los tornos de Isla Mágica suponemos que se apostará una representación del Parque. Aún está por confirmar si los estandartes de la corporación temática los portarán miembros de su junta, cuentacuentos, piratas o acreedores. Tras varias marchas se perderá, nunca sola, por el otrora recinto de la Expo.
Entre la vegetación del Parque del Alamillo, que desde ese día le podrá chulear al de María Luisa, ya se intuye el coliseo de La Cartuja. El acceso será por la rampa del Maratón, renombrada como "rampla". Con un estadio abarrotado, cerca de las 10 de la mañana más de 60.000 almas recibirán en pie la entrada de la Señora de San Gil por la calle 8 del tartán cartujano. Tras la vuelta olímpica de rigor con los sones de las más macarenas marchas, imágenes con primeros planos proyectadas en los videomarcadores Philips, acabará posada sobre el altar para presidir el acto. Y después, vuelta con la misma parafernalia.
No somos Eugenio y yo sospechosos de criticar gratuitamente la Semana Santa y sus infinitos matices, mucho menos de mofarnos. Simplemente hemos querido hacer un ejercicio mental para imaginar lo que ocurrirá el 18 de Septiembre. Tal como nos ha quedado montada la película, más vale cuidar los detalles del evento porque va a ser muy complicado que no se convierta en una auténtica americanada, propia de la final de la Super Bowl.
No sabes la alegría que me ha dado leer esto, una oportunidad para "redimirme".
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